Pintura en objeto
acrílico en zapatos usados
240x160x25cm
2021
“Uno no puede llevarse la patria en los zapatos” esta frase atribuida a Georges-Jacques Danton aludía su rechazo al destierro, cuando, acosado por sus enemigos, le invitaban a que huyera y abandonara su país para salvar su vida. Desafortunadamente para muchos, la migración es la única forma de buscar una mejor vida.
En Venezuela, un país que hasta hace unos veinte años era mayoritariamente receptor de migrantes, donde los ciudadanos viajaban al exterior por placer, un elemento icónico de la cultura popular era el registro fotográfico -antes de un viaje internacional- de sus zapatos sobre la obra de Carlos Cruz Diez, Cromointerferencia de color aditivo, ubicada en la terminal internacional del Aeropuerto Simón Bolívar de Caracas. Esta obra, inicialmente autoreferencial, progresivamente fue ganando contenido (no previsto por el artista) hasta convertirla en un símbolo para los viajeros. Con la llegada de la crisis, estas fotos de los viajeros con sus zapatos sobre el mosaico pasaron a tener otra connotación, la de despedida. Miles de personas, han dejado en sus redes sociales, a modo de despedida del país, de sus familias y amigos, estas imágenes con la esperanza de volver a pisar dicho mosaico el día que puedan regresar.
La precariedad económica de Venezuela es tal, que miles de personas, al no disponer del dinero para pagar un pasaje de autobús o los documentos migratorios necesarios, se han visto obligados a hacer el recorrido a pie desde la línea fronteriza hacia el interior del país o países como Ecuador y Perú; llevando consigo algunas pertenencias al hombro, expuestos a los elementos, sin la indumentaria adecuada ni comida o dinero. En este proceso, los zapatos se convierten en su pertenencia más valiosa, y en el desgaste de las suelas, registran la historia de cada viaje y la dureza del éxodo.
La pieza busca registrar las memorias del éxodo de los denominados “caminantes venezolanos” y acercar al espectador con una realidad que puede serle ajena pero de la cual nadie está exento, esperando así generar empatía con los procesos migratorios masivos. Para esto, se propone una instalación hecha con zapatos de migrantes venezolanos que cruzaron la frontera colombo venezolana en su tránsito hacia tierras suramericanas. Los zapatos muestran señales de uso y desgaste producto de días de caminata. Sobre las suelas, se reprodujo el patrón cromático del mosaico de Cruz Diez y están dispuestos en filas, con las suelas hacia hacia arriba, emulando la configuración de la mencionada obra. Las dimensiones serán ajustables a las condiciones de la sala de exposición, manteniendo siempre una proporción rectangular.
Montaje 2021