Cada día construimos máscaras invisibles,
lo hacemos conscientemente
o sin la certeza de esta acción.
Las usamos para funcionar con lxs demás
pero también con nosotrxs mismxs.
Con ellas, calibramos la percepción de lxs otrxs,
dejando visible parte del pellejo.
Una acción necesaria pero agotadora,
te protegen,
te escudan,
te liberan, pero
¡Cómo pesan!
Creamos más y más con los años,
llenando closets enteros
sin saber cuántas son en realidad.
Hay que tener precaución, pues
si no hacemos limpieza,
podemos terminar un día sin saber quién ser,
como esa bufanda en una fiesta que
bajo una montaña de abrigos
no se encuentra más,
atrapadxs en la gravedad de nuestras propias creaciones.